Las Bibliotecas siempre han sido para mí, espacios muy sugerentes. Siempre clasificando, siempre ordenando, siempre guardando en una actitud de silencio y respeto, con movimientos acompasados, protegiendo el saber del ruido y provocando ese recogimiento, casi religioso, necesario para enfrentarse al saber y al conocimiento. El director de cine Win Wenders situó en la Biblioteca de Hans Scharoun, el cuartel general de los ángeles en la película “El cielo sobre Berlín” (1987), una película cargada de poesía en la que dos ángeles, seres etéreos como el saber, recorren el Berlín de la Posguerra en busca de respuestas, proporcionando ayuda a las almas deprimidas y solidarias que van conociendo. Los ángeles están allí, sin poder cambiar el curso de las cosas, llenos de comprensión e impotencia.
Fotograma El Cielo Sobre Berlín
La Biblioteca aparece como la casa de los ángeles, se nos muestra como un templo, como un lugar sagrado, el lugar de la cultura, como el espacio del alma. Nada en las escena de Wenders es gratuito, la descripción pausada de la escalera principal, el recorrido por el techo poblado de lámparas circulares, la parsimonia con la que se mueven los ángeles, el ritmo con el que el viejecito sube las escaleras, la imagen fija apenas unas décimas de segundo del voladizo de la escalera sobre el doble espacio. todo acompañado de música sacra y el sonido de fondo de las lecturas de los usuarios y de sus pensamientos. Tanta sabiduría en hacer una biblioteca y tanta sabiduría en describirla, en saber leer las pausas del espacio, los flujos de personas y la atmósfera de concentración que se respira.
Pero el ritual y el simbolismo que acompañaban a las bibliotecas del pasado, han dado paso en los últimos años a bibliotecas más dinámicas. La aparición de las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), han supuesto nuevas maneras de acceder a la información, ya no es necesario acudir a la biblioteca para obtener la información, ya lo podemos hacer desde casa por Internet. A pesar de ello, y en contra de aquellos que especulaban sobre la desaparición de las Bibliotecas como “lugar físico”, las bibliotecas se han adaptado a las nuevas tecnologías, cambian su aspecto, se vuelven más transparentes, menos intimistas, dejan de ser un mero contenedor de libros a la espera de ser consultados, y se convierten en un servicio novedoso y dinámico, abierto a toda la sociedad. El edificio ya no contiene únicamente salas para el estudio en silencio, contiene salas de conferencia, exposiciones, auditorios, salas para el trabajo en equipo, incluso bares. Las Bibliotecas pasan a ser un punto clave en las nuevas formas de acceso a la información. Pero la característica más importante es el estimulo de la interacción entre usuarios y servicios, actividad que desde casa y ante el ordenador es del todo imposible.
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