¿Cómo podemos definir la Belleza en Arquitectura?. Muchos lo tienen claro, y sin tener en cuenta elementos compositivos, suelen justificar su criterio diciendo: “sobre gustos no hay nada escrito”, haciendo de una percepción subjetiva una verdad universal. De la belleza en la Arquitectura si se ha escrito y mucho. Desde la Antigua Grecia, ya se definía la belleza como una forma compositiva, armoniosa y en equilibrio, donde nada podía ser añadido, substraído o modificado, sin alterar la composición. En sus Diez libros de Arquitectura, Marco Vitruvio Polión (S. I a.C.) asegura que una estructura arquitectónica debe aunar tres cualidades: Firmitas, Utilitas, Venustas (Firmeza, Utilidad y Belleza). Para Vitruvio, producimos obras bellas en la medida en la que somos capaces de comprender los principios básicos de proporción del cuerpo humano y aplicarlos armónicamente sobre los espacios que proyectamos. “Obtendremos la belleza cuando su aspecto sea agradable y esmerado, cuando una adecuada proporción de sus partes plasme la teoría de la simetría”. Ese equilibrio perfecto y estético que acompañó a la arquitectura hasta el Renacimiento, desembocó en el Barroco en un nuevo estilo más vibrante y menos estático, pero que seguía manifestando su belleza a través de la forma. En el S XVII, la aplicación de nuevos materiales en la construcción como el acero o el hormigón, permitieron crear nuevos contenedores, en los que la estructura era independiente al cerramiento, y las fachadas más transparentes gracias al vidrio.
Panteón de Agripa, Roma. Nicolás Cabrera
Hoy en día, son muchos los avances tecnológicos que se pueden aplicar a la construcción, lo que se traduce en una arquitectura de difícil catalogación, dónde la belleza da paso a la espectacularidad, y la racionalidad al sentimiento, el mismo que nos inunda cuando observamos algo que nos conmueve. Hace años visité Italia con la Escuela de Arquitectura de Barcelona, en el viaje de ida y de madrugada, llegamos al complejo de Pisa. Aunque fue imposible el acceso, la imagen desde el exterior era espectacular, una gran alfombra verde sobre la que se alzaban la Torre, el Baptisterio y la Catedral, enfatizado el conjunto con una iluminación espectacular. Años más tarde volví a Pisa, pero ya no me conmovió de igual manera.
En nuestra sociedad, las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, las TIC han irrumpido con gran fuerza, la forma ya no interesa al espectador. En una entrevista a Jean Nouvel, se le preguntaba por la fachada del Instituto del Mundo Árabe en París: “El IMA es un edificio que debería afirmar lo que constituye su carácter fundamental: geometría y luz. Es su fachada, a través de la cual penetra la luz, la que cualifica todo el edificio. A menudo se ha querido ver en esa fachada un tema meramente anecdótico, cuando hubiese preferido que se leyera en ella lo esencial: el esfuerzo que me supuso convencer a la contrata para que realizara estos diagramas en lugar de colocar una persiana eléctrica. ¿Qué por qué de esta espectacularidad? ¿se trata de una provocación? me han preguntado. No, no es eso. Es que ¡salimos de una época tan triste! ¡Me han aburrido tanto!”.
Instituto Mundo Árabe, París. Buen Viajero
En una sociedad globaliza en la que se persigue la máxima persuasión del espectador por medio de Internet, la Arquitectura también busca interactuar con el espectador a través de la imagen. La aplicación tecnológica en la arquitectura y la constante aparición de materiales innovadores, desembocan en una nueva manera de transmitir la belleza, donde la envolvente del edificio se convierte en el máximo recurso para conmover al expectador por medio de texto, imágenes y colores, una piel que consigue gran valor mediático.
“La forma de una cosa, no es aquella que le da el arquitecto o el artista. Tampoco es aquella que le da el economista, el técnico o el especialista en estructuras. Es la forma que le da el que lo mira “.
Jacques Herzob y Pierre de Meuron
¡QUE SIGA EL ESPECTÁCULO!
Torre Agbar, Barcelona. edgenumbers
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